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Los complices, 2012

El voyeur y el complice

La complicidad es un asunto de afinidad o  locura compartida. La nueva serie de fotografías digitales de Lizette Abraham nos lleva a vivir esa palabra en términos de pesadilla. Esta viene acompañada de la idea de los “encobijados”, firma criminal que se ha vuelto habitual en muchas partes de México, además de otras linduras que  hablan de la baja condición humana de la que todo el país es testigo, juez y parte.

Esa calidad de testimonio nos enfrenta a ciertas preguntas: ¿Es suficiente la mirada para hacernos cómplices de los sucesos? ¿Es la ama de casa, el niño que mira el blog del narco por internet o el hombre que mira las noticias mientras devora el cereal del desayuno, parte de eso que hermana lo criminal con lo real, lo que le otorga vigencia? o, ¿Puede uno encobijarse y abstraerse de una realidad demasiado centrífuga, ahogar la confusión entre la protección y la ceguera de las sábanas?

A este tipo de preguntas nos enfrenta Lizette en su nueva exposición virtual, en su lenguaje hecho de deformados entornos que en conjunto recrean un nuevo mundo que de tan cercano, provoca que los límites entre lo abstracto y lo cotidiano sean  motivo de broma.

Los encuadres, las formas que se pelean por tener contenido, que se desesperan por gritar desde su enclaustramiento eso que les da sentido,  son la tensiones que comparten al  espectador –  el voyeur cómplice-  esa  desesperación. El  legajo de formas y colores opacados viven la opresión del espacio.

Los encobijados, las formas que se pelean entre la vida y la muerte para definirse ante el ojo crítico son un espejo y una galería donde los reflejos se deforman. El paso por estas composiciones nos envuelven en la locura, en el inconsciente de las formas que bajo sábanas dicen aún más de la esencia humana que muchos rostros descubiertos.

Son las imágenes divididas las que dan una idea más pesadillesca de lo real: los seres encobijados somos nosotros y la realidad es lo que pasa mientras hacemos algo. Bajo el suelo se retuercen las figuras, los colores cómodos de las colchas favoritas son nuestra ceguera, nuestros mantos de terciopelo rojo son la comodidad.

La obra de Lizette son poemas visuales y en este caso, la artista retoma elementos de lo real noticioso con el homenaje dadaísta para reconfigurar su poesía en un manifiesto de mensaje político, algo que por lo menos en México ha permeado en casi todas las artes. Los versos del poeta dada Francis Picabia podrían coronar las imágenes: “Vosotros amaís la muerte, la que mueren otros”.

Carlos Castillo Novelo

Agradezco y mi amigo Carlos por esta reflexión.