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Oníricas

Presenciamos una realidad que se fragmenta de tal forma que empezamos a confundirlo todo. La percepción se ralentiza y se acelera, pedazos de nuestra vida son editados sin nuestro consentimiento y nuestro estado de ánimo vive la más intensa alienación. En medio del caos de lo real y la ficción aparecen fisuras por todas partes, grietas por donde puede verse la esencia del tiempo; donde la nobleza y la podredumbre de la memoria colectiva se mezcla.

Lizette Abraham, luchando por la lucidez entre una confusión masiva, se asoma por estos resquicios y se introduce a ese misterioso espacio onírico; atraviesa escenarios tan escabrosos como fantásticos y conversa con toda clase de seres. Al volver de esa inmersión Lizette trae consigo algo que no es fácil de capturar: la médula del presente.

Con suma paciencia Lizette reconstruye a través de su conocimiento plástico, escénico y fotográfico aquello que experimenta en sus viajes por la conciencia humana. Nos invita a considerar otras perspectivas en esos rostros anónimos, entes amorfos y atmósferas que remiten a lo sublime, pero también a lo que no deseamos ver ni recordar, aquella realidad incómoda de la que somos responsables y tanto nos ha costado reconocer.

En esa red de fisuras por las que se vislumbra el tejido secreto de nuestro presente, hay una gran grieta que Lizette observa con particular atención. Entra y sale de este profundo conducto que simboliza un tema que la inquieta y que ha abordado desde el inicio de su carrera como artista: la mujer y su historia.

En este trayecto de la linea temporal, nos encontramos sin duda en un momento determinante: la voz de la mujer que clama su lugar en este planeta se ha fortalecido. Sin embargo también parece multiplicarse una especie inhumana que se opone con violencia al despertar femenino. ONÍRICAS es una postura clara ante esta situación, los personajes doblan su tamaño, rebasan las dimensiones con las que fueron creadas. Podemos ver en muchas de las fotografías voces de dolor que no han sido escuchadas, pero principalmente, vemos la grandeza de lo femenino, flores que mutan y se expanden, formas cada vez más amplias, más complejas. Nuestros ojos se pueden perder en los pliegues de estos seres, que se han materializado a través de la mente de Lizette, para atacar al monstruo de la voracidad que podría estar durmiendo en nuestro inconsciente.

ONÍRICAS es una manera de potencializar la facultad creadora, la fuerza femenina que yace en cada persona para avivar sus propios mundos, que son el reflejo del universo onírico al que se nos ha impedido el acceso. Se nos mantiene en la densidad de la violencia, de la explotación, de la enajenación, para olvidarnos de los caminos secretos que alimentan el alma, que nos hacen sensibles y que nos permitirían acceder a otros conocimientos, a otra forma de percepción.

Las múltiples telas, material reinventado por Lizette en la dimensión digital; se comprimen, se estiran, se colorean, se despintan, se deforman, se amoldan y se convierten en la plástica de una serie de sueños congelados. Lizette nos enfrenta a través de estos portales visuales y nos envuelve con una fibra estelar para revelarnos las posibilidades a las que nos negamos. Aquel negro que flota en la mayoría de sus fotografías, es aquello que no se ve pero que tenemos oportunidad de descubrirlo, de inventarlo. Lizette es una traductora onírica que nos cede el resto para dibujar sobre su lienzo nuestra propia experiencia, tan semejante y tan unida a la suya por compartir esta era, multidimensión que al decidirnos nos promete transformar una pesadilla en un gran sueño de equilibrio.

Por Diana Trex