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Los cómplices

Esa calidad de testimonio nos enfrenta a ciertas preguntas: ¿Es suficiente la mirada para hacernos cómplices de los sucesos? ¿Es el ama de casa, el niño que mira el blog del narco por internet o el hombre que mira las noticias mientras devora el cereal del desayuno parte de eso que hermana lo criminal con lo real, lo que le otorga vigencia? ¿O puede uno encobijarse y abstraerse de una realidad demasiado centrífuga, ahogar la confusión entre la protección y la ceguera de las sábanas?

A este tipo de preguntas nos enfrenta Lizette en su nueva exposición virtual, en su lenguaje hecho de deformados entornos que en conjunto recrean un nuevo mundo que, de tan cercano, provoca que los límites entre lo abstracto y lo cotidiano sean motivo de broma.

Los encuadres, las formas que se pelean por tener contenido, que se desesperan por gritar desde su encla ustramiento eso que les da sentido, son la tensiones que comparten al espectador —el voyeur cómplice— esa desesperación. El legado de formas y colores opacados viven la opresión del espacio.

Los encobijados, las formas que se pelean entre la vida y la muerte para definirse ante el ojo crítico son un espejo y una galería donde los reflejos se deforman. El paso por estas composiciones nos envuelven en la locura, en el inconsciente de las formas que bajo sábanas dicen aún más de la esencia humana que muchos rostros descubiertos.

Son las imágenes divididas las que dan una idea más pesadillesca de lo real: los seres encobijados somos nosotros y la realidad es lo que pasa mientras hacemos algo. Bajo el suelo se retuercen las figuras, los colores cómodos de las colchas favoritas son nuestra ceguera, nuestros mantos de terciopelo rojo son la comodidad.

La obra de Lizette es poesía visual, y en este caso, la artista retoma elementos de lo real noticioso con el homenaje dadaísta para reconfigurar su poesía en un manifiesto de mensaje político, algo que por lo menos en México ha permeado en casi todas las artes. Los versos del poeta dada Francis Picabia podrían coronar las imágenes: “Vosotros amáis la muerte, la que mueren otros”.   Carlos Castillo.